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Abigail

A Abigail la conozco de siempre, ella, Marcos y yo somos los más antiguos de nuestra clase. Toda la vida ha sido un fastidio. El hecho de que estemos teniendo relaciones no significa lo contrario.

Es linda, no muy alta, trigueña, flaca, pero lo que me produce gusto, a decir verdad, son sus ojos, porque hablan por ella y me miran como Olivia nunca lo ha hecho. Es muy placentero, sentirse deseado es ya un aliciente para disfrutar del sexo con alguien, no sé, de pronto y si con Olivia fuera así, la cosa sería diferente entre nosotros, no sé. No quiero echarle la culpa, en verdad ella ha sido buena.

Abigail siempre me acosó, me acuerdo de que me perseguía en los descansos, eso al comienzo me gustaba pero, escucharla hablar de sus vacaciones en París como si el mundo le perteneciera, mientras miraba mal a todos y trataba a las otras niñas como se le daba la gana, me desanimó por completo. Era una niña de ocho años con la actitud de una mujer de veinticinco muy engreída, egoísta y mala. No entiendo por qué yo le gustaba, o por qué le sigo gustando después de once años en los que no ha obtenido sino desinterés y un poco de atracción sexual.

Siendo alguien tan egoísta pudo preocuparse por ella y conseguirse a alguien mejor. Mi teoría es que le tiene mucha envidia a Olivia, cuando llegó quiso ser su amiga rápidamente, claro, mi novia al lado de todas las del salón aparentaba mucho más, tenía mucho más y en todo era mejor. Abigail o se le unía o era destruida socialmente.

Esa envidia, creo yo, es la que ha beneficiado mi vida sexual, su deseo de tener algo que es de Olivia le genera toda la pasión que termina derrochada en mi cama, o en la de ella.

Abigail nunca ha sido muy discreta, antes de que empezáramos con esto yo me di cuenta de que estaba teniendo problemas económicos en su casa, por un amigo que la vio salir de un lugar en el que trabajan modelos Webcam. Cuando le pregunté me pidió que no le dijera a nadie, yo la tranquilicé, mi objetivo no era manipularla o hacerla quedar mal, solo advertirle que la gente sospechaba y que no era bueno que fuera tan obvia.

Ese día me contó que sus papás estaban en banca rota por unos problemas legales, me dijo que ella no iba a renunciar a su vida de lujos, que no se veía yendo a una universidad pública, ni recorriendo la ciudad en el transporte masivo, que no iba a permitir que la humillaran y que lo iba a lograr, que iba a sacar a sus papás de allí. Fue quizá el rostro más humano que he visto de Abigail.

Después de dos horas de conversación, en la que descubrí lo graciosa que era, sentí por primera vez empatía con ella, hasta pensé que me había enamorado, una cosa fue llevando a la otra y pasó lo que viene pasando desde hace un año: tuvimos sexo. Yo le pedí que guardara el secreto, así como yo iba a guardar el suyo.

Confieso que al otro día me sentí mal, lo raro es que no era arrepentimiento por lo que le había hecho a Olivia, sino por lo que estaba dispuesto a hacer, quería terminarle para ir con Abigail. Sin embargo, apenas llegué a la Universidad, vi cómo, la que ahora es mi amante, le gritaba a una señora del aseo cosas como “por eso es que es pobre”, “muerta de hambre”, “perezosa”, “ese es su trabajo, no el mío”, cuando la señora muy gentilmente le había pedido que recogiera un papel que se le había caído del bolso que llevaba colgando en su brazo.

Apenas me vio cambió su actitud, recogió el papel e intentó darme un beso que, por supuesto, esquivé. Desde entonces sabe que lo nuestro es solo sexo, sé que no es lo que quisiera, sé que no le alcanza, pero es que en verdad no lo tendría si las cosas fueran diferentes con Olivia. Vuelvo a culparla. No es su culpa, la relación ha sido nuestra, la verdad ella es buena, no he hecho mucho para ganarme su confianza y aún así la tengo. Aunque sigo sin saber si es eso o es solo cuestión de imagen y reconocimiento, posiblemente un poco de las dos.

Abigail es entonces una amiga en la cama y una completa desconocida en la calle. Creo que nunca le va a decir a Olivia lo que pasa porque es vengativa, no le gustaría que ella se enterara así, sería muy básico, le gustaría que se enterara de una forma que resulte más hiriente. Por mi parte mientras yo no perciba o sospeche que hay una estrategia ya montada por Abigail, seguiré haciendo lo que hago con ella a escondidas. Esperando que las cosa mejoren o empeoren. Ya estoy al borde de un colapso y la verdad no me interesa nadie más que Susanita.

Quién sabe, de pronto sea verdad lo que dijo Saint-Simon, el verdadero motor de la vida son las crisis, no el progreso. Mi crisis se siente venidera, como a la vuelta de la esquina.

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